Vargas Llosa, las izquierdas y las derechas, y la calidad literaria de un nobel

Confieso que Vargas Llosa es uno de los pocos escritores a los que he sido fiel desde mi adolescencia. Empecé a leerlo cuando era muy joven gracias a una excelente colección de kiosko que recogía a los clásicos del siglo XX y que me brindó nada más y nada menos que libros como «Pantaleón y las visitadoras», «La guerra del fin del mundo» o «La tía Julia y el escribidor». Aquellos primeros libros leídos con a penas 13 ó 14 años me impresionaron, me hicieron enamorarme de Perú y me engancharon a Vargas Llosa hasta hoy que, como digo, le he sido fiel. Otros autores que empecé a leer por aquella época me han ido decepcionando en el camino y no he vuelto a ellos, pero he leído cada una de las novelas que Varguitas ha publicado en estos años y disfrutado con cada una, aunque algunas me hayan gustado quizá menos («La fiesta del chivo» o «El paraíso en la otra esquina») y hacerme dudar un instante, hasta que «Las travesuras de la niña mala» me confirmó en mis sospechas de que Vargas Llosa es un gran escritor.

Cuando empecé a leer a Vargas Llosa, como digo, yo era muy joven y no sabía muchas cosas de la vida. Para mí, las izquierdas eran los buenos y las derechas eran los malos: los totalitarios, los intransigentes, los malvados. Era evidentemente muy simplista, lo sé. Por esa razón cuando leía las novelas de Vargas Llosa en las que se criticaba precisamente la falta de libertad, la opresión, la violencia, no me cabía duda de que Vargas Llosa era de los buenos y por tanto, de izquierdas. Mas tarde,cuando yo era algo más mayor, pero tampoco mucho más, Vargas Llosa dio el salto a la política y en los informativos y en los periódicos se hablaba de que era de derechas. Yo no entendía nada: no podía ser. Si en sus obras se veía claramente que estaba a favor de la libertad y de la justicia. Ha cambiado, me dijeron, antes era de izquierdas, cuando era joven, y ahora se ha hecho de derechas, algo que por lo visto pasa mucho. Vaya, me dije. Vargas Llosa perdió aquellas elecciones en Perú y ganó el otro que resultó ser un malvado (no recuerdo si entonces se decía que fuera de izquierdas o de derechas) , y Vargas Llosa se vino a España.

Han pasado desde entonces 20 años y como digo no he dejado de leer a Vargas Llosa, y paralelamente he seguido oyendo que es de derechas, neo-liberal y otras etiquetas similares, y también he leído algunos de sus artículos y unas veces he estado de acuerdo y otras, no.

Ayer cuando le dieron el premio nobel me alegré porque es una satisfacción que premien a alguien que te gusta, cuya obra conoces y admiras y además porque creo que se lo merece por la calidad literaria de su obra. Pero en seguida empecé a oír voces que alegaban su pertenencia a la «derecha» para desmerecerle y criticar que le otorgaran el nobel. Y no entendía nada. ¿Qué tiene que ver que un escritor en política defienda unas ideas (legítimas y democráticas) con su calidad literaria? A caso debemos dejar de escuchar la música compuesta por autores que comulgan con una ideología distinta de la nuestra, a caso nos preguntamos qué ideología tenía Quevedo cuando disfrutamos de su poesía (en la que por cierto a menudo se critica también la falta de libertad, la opresión y la injusticia) , o cuál era la de Velázquez cuando admiramos sus cuadros. Si así fuera, la mitad de la humanidad probablemente tendría que renunciar al arte de la otra mitad.

Hay una anécdota atribuida a García Lorca en la que un amigo le dice que no entiende cómo un persona con su sensibilidad puede estar renunciando a la mitad de la humanidad (refiriéndose a su condición de homosexual) a lo que Lorca le respondió: ¿y cómo tú puedes estar perdiéndote la otra mitad?. Más o menos lo mismo sucede con la literatura y con el arte en general, que a veces por circunstancias ajenas al arte mismo segregamos unas obras de otras. La ideología de un escritor no puede desmerecer en ningún caso su calidad literaria. En el caso de Vargas Llosa, su obra nos puede gustar más o menos, y desde luego podemos estar de acuerdo con sus ideas o no ( o con algunas y con otras no) pero creo que en este caso la calidad de su obra literaria es indudable y claramente merecía el nobel.

Pero precisamente al hilo de todo esto, me he dado cuenta de que quizá tenga que volver a mi simplicidad de adolescente en la que pensaba que las izquierdas eran los buenos y las derechas los malos, pero no con la misma simplicidad de quienes hoy también lo mantienen siendo adultos aunque de una manera intencionadamente infantil, en esa forma o en su contraria, sino precisamente en la forma en que lo creía entonces, que aquellos que defienden la libertad, la justicia, la democracia son los buenos, y los que defienden la injusticia, la imposición de sus ideas y en el fondo la falta de democracia, son los malos: Y unos y otros, para nuestra desgracia se etiquetan como izquierda o derecha indistintamente.

Yo, por si acaso , seguiré valorando la literatura por su valor literario, olvidándome de si su autor vota a A o a B. Y te recomiendo que tú también, si no quieres renunciar a buena parte de la mejor literatura.

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