En apoyo de la Biblioteca Nacional

A veces uno piensa que lo peor que puede hacer una institución (como una persona) es hacer las cosas bien, porque en cuanto las cosas empiezan a marchar bien alguien toma decisiones absurdas como esta y corta por lo sano el esfuerzo y el buen trabajo que se está haciendo. Desgraciadamente tengo la sensación de que alguien debió darle un codazo a otro alguien (no sé ni siquiera si sería a la propia Ministra o bien los codazos fueron en cadena hasta llegar a ella) y decirle : «Hay que tener cuidado, la Biblioteca Nacional empieza a funcionar bien y son muchos los que están fijando su mirada en ella, quizá los españoles empiecen a preguntarse por qué hay instituciones que funciona bien y otras tan rematadamente mal. ¡Hay que parar esto!».. y de ahí que este recorte simbólico (pues a nadie se le escapa que 16 millones de euros no van a solucionar nada, y por supuesto que de esos 16 millones le corresponderán seguramente a la Biblioteca Nacional la parte más pequeña) solo sirva para parar los pies a aquellos y aquello que empiezan a destacarse por hacer las cosas bien como sin duda podrían haberse empezado a hacer hace mucho tiempo, como podrían hacerse en todas las instituciones, si no fuera por desinterés o por demasiado interés en hacerlas mal y rematadamente mal. Este es un caso de cómo en cultura solo importa lo que produce dividendos (dividendos que en cultura también se llaman derechos de autor) y que a la hora de recortar nunca se recortará de lo realmente superfluo o de lo que es, valga la redundancia; innecesario, sino de aquello que siendo sano, demasiado sano, conviene cortar de cuajo para que no contagie a los demás miembros de la cosa pública con su entusiasmo , o con sus ganas de hacer las cosas bien. No me quejo ya de que la cultura esté en el punto de mira de los recortes, porque en Cultura se podría recortar y mucho, incluso en altos cargos realmente superfluos, sino de que se haga en una institución con una labor importante y que precisamente en los últimos años ha sabido salir del elitismo y de cierto oscurantez para presentarse brillante y capaz de liderar un cambio hacia una nuevo siglo cultural, un futuro cultural que quizá contrasta demasiado con otro futuro cultural de quienes quieren que nos limitemos a consumir (palabra tan fea que significa también acabar con algo) la cultura en vez de asimilar, disfrutarla y finalmente compartirla con el enriquecimiento que hemos obtenido con ella. Por supuesto que apoyamos a Milagros del Corral y a la Bibioteca Nacional y a todas las bibliotecas y bibliotecarios que realizan una labor importante para que la cultura llegue a todos. No confío en que esta decisión se revoque, pero confío en que la labor iniciada por Milagros sea continuada aunque con las dificultades impuestas para hacer que si algún día salimos de esta crisis tan sospechosamente interesada, no salgamos más tontos aunque sí más escarmentados.