De piratas y filo-embusteros. En apoyo a nuestros compañeros de Quimera

La SGAE ha denunciado a la revista cultural Quimera y solicita 9000 € como compensación por haberles llamado «piratas» en un artículo de opinión firmado por Trebor Escargot . Es sorprendente, desde luego, que se denuncie a una revista cultural como Quimera por este motivo -aunque después de lo del Jueves, ya nada nos sorprende demasiado-, pero lo que más me soprende es que la SGAE y sus miembros puedan ofenderse porque alguien les llame piratas. Como ciudadano de este país estoy acostumbrado a ser considerado un pirata por el mero hecho de comprar un cd virgen para grabar en él las fotos de mis hijos, o por el hecho de comprar una impresora para imprimir mis trabajos y corregirlos en papel más adecuadamente. Y no sólo se me considera un pirata, sino que se me juzga y se me condena a pagar por ello… con dinero. Por tanto, no entiendo que nadie pueda ofenderse porque otro le llame «pirata» si todos lo somos y así está reconocido legal e institucionalmente -recuerdo la campaña institucional sobre este tema que desde luego da miedo, pero en un sentido muy distinto al que ellos seguramente pretendían conseguir.

Dado que suponemos que los gestores y miembros de la SGAE compran también alguna vez un cd virgen o tienen impresoras, es evidente que ellos son también considerados piratas. Por tanto que alguien lo escriba en un artículo de opinión no debería ofenderles. Quizá tenga que ver con una censura psicológica que les impide aceptar que lo son y por tanto, y precisamente para no asumir esa certeza, atacan con tanto empeño al resto de piratas, como esos personajes que en novelas y películas acostumbran a ser especialmente violentos con quienes son de una determinada manera, precisamente para no acabar de asumir que ellos también lo son: léase homosexualidad, por ejemplo, porque es el ejemplo que primero se me viene a la cabeza, pero también podían ser judios, negros, etc.-.

Creo que TODOS deberiamos asumir nuestra condición de piratas o de lo contrario -por aquello de «todos putas o todos marícones» que dice el refrán castellano- plantearse de otra forma la gestión de los derechos de autor, para que realmente sea una gestión eficaz y justa, que favorezca a todos los creadores -y no sólo a los que ya son millonarios- y sobre todo que fomente la creación en vez de poner todos los medios para dificultarla a los creadores con menos medios y fortuna, y sobre todo que destierre la culpabilidad a priori y favorezca la difusión libre de la cultura que es lo que más favorece la creación y la gestión real de los derechos de autor.

Porque al fin y al cabo no deja de ser curioso que siempre pidan dinero, incluso cuando se sienten ofendidos, piden dinero, ¿no deberían pedir una rectificación o una disculpa? Si uno cuando le ofenden piden dinero, quizá es que la ofensa es en el bolsillo y no en el corazón. Pero la verdad es que cuando uno más se enfada es cuando le ofenden el bolsillo, si no que se lo digan a los españoles que se ofenden cada vez que les cobran un canón por comprar un cd para grabar las fotos de las vacaciones… aunque quizá sea justo: los monumentos de este país también tienen derechos de autor, ¿o no?

Valentín Pérez