Maquetando

La maquetación o compaginación es un oficio (y a menudo todo un arte) que como todo oficio tiene sus reglas. Estas reglas que ya otra vez comentaba que no se respetan siempre y cada vez menos, son sobre todo muy laxas para el caso de la prensa (y no es que últimamente tenga ganas de meterme con la prensa escrita: es casualidad) especialmente porque usa columnas muy estrechas y sobre todo porque no se puede invertir el mismo tiempo que se invierte en maquetar un libro, por la lógica urgencia de las noticias y la obligación inaplazable de salir a la mañana siguiente. Pero ayer me encontré con esto que llamó mi atención.

Evidentemente estoy profesionalmente deformado y a otro tipo de lector no le hubiera llamado la atención: Pero precisamente el encontrarme con este «ladillo» tan horriblemente maquetado (una doble calle: la que se produce con el hueco completo en las cuatro líneas tras la primera palabra, mas la línea que produce la repeteción del «de» en las tres últimas líneas y una sensación de paralelismo que el texto no tiene en su contenido) llamó mi atención sobre el artículo. No podía creer que no hubieran podido arreglar eso (o lo que es peor, que no se hubieran dado cuenta o no les hubiera importado) y pensé que, dado tanto paralismo, debía de tratarse de un poema, pero no, evidentemente no era la cita de unos versos.

Lo curioso es que ese ladillo cumplió su objetivo aunque por un motivo distinto al esperado, llamó mi atención y leí el artículo que, para colmo, hablabla de libros, y por tanto me interesaba. Y, (ya que estoy) venía a decir lo que dice el ladillo, que su autor (el del artículo) echa en falta los cócteles en las presentaciones de libros y lo considera un síntoma de la nueva austeridad editorial. Como Rodríguez Rivero no ignora los escasos márgenes del libro que permiten pocos dispendios, ni ignora tampoco que las presentaciones en general (con cóctel o sin él) no sirven de mucho (Mario Muchnik en sus consejos a los jóvenes editores les viene a decir que no hagan presentaciones porque no sirven para nada) al final concluye: «La verdad es que, a excepción de los añorados canaperos y los escritores con ego exuberante e inseguro (aquí se dan los dos extremos), no creo que hayamos perdido demasiado».

Para quién sienta curiosdidad, el texto está en la web de EL PAÍS donde por cierto, el ladillo está bien maquetado y, para mí -que estoy claramente deformado-; es lo mejor del artículo.

2 comentarios en “Maquetando

  1. Totalmente de acuerdo con tu entrada, pero sólo un matiz, y entenderás que te lo haga porque yo también sufro esa deformación profesional del periodista-maquetador de mirar todo al extremo. No se llama ladillo a ese elemento al que te refieres, se llama sumario o destacado.Desgraciadamente somos sólo unos pocos los que nos fijamos en los detalles, y cada vez menos. Y es que los detalles son muy importantes (el todo es la suma de las partes). Cuántas veces han venido a la sección de diseño, les hemos hecho una observación del tipo que narras en esta entrada y han contestado «no te fijes tanto en los detalles».Enhorabuena por el blog.

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  2. Muchas gracias Luis por el comentario y la corrección. A veces uno también peca de no fijarse en los detalles y en este caso de ni siquiera atender a la etimología de las palabras, pues evidentemente las líneas en cuestión no estaban en un «lado» sino en todo el centro del artículo.

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