Ortografía


La Real Academia anunciaba hace unas semanas su intención de crear un diccionario de abreviaturas SMS. Existen ya diccionarios o glosarios de este tipo desde hace algunos años porque las abreviaturas SMS han saltado del teléfono móvil o del chat a los medios de comunicación, y especialmente a la publicidad, como una forma de acercarse a los jóvenes (que son, claro está, los que más lo usan y conocen). Incluso el nombre de guerra del Presidente del Gobierno, ZP, es igualmente un guiño en este sentido. Las abreviaturas del SMS nos invaden y no está mal que, por aquello de si no puedes vencerlo únete a tu enemigo, la RAE decida, como hace siempre, subirse al carro y arrear. Antes nos preocupaba que los chicos no escribieran b donde debían escribir v, pero hoy que noche se escribe con x, yo no sé muy bien que debemos enseñarle a los chicos, así que está bien que la RAE ponga orden, no vaya a ser que los que escriben a menudo estos mensajes se equivoquen y escriban noche con che cualquier día.

Siempre han existido abreviaturas y siempre ha existido cierta rebelión contra la ortografía simbolizada en determinadas letras que, como la k«, adquirían un valor de anarquía juvenil que la hacía aparecer en las palabras más insospechadas. Pero no creo que tenga mucho sentido que sea la RAE quien dé carta de naturaleza a este lenguaje, primero porque sin duda es un lenguaje relativamente pasajero pues tal y como avanza la tecnología es más que probable que en unos años los SMS ya no existan porque sean sustituidos por los MMS o por otro sistema aún no inventado y que será audiovisual más que gráfico. Que la RAE se sume ahora a un fenómeno como este que precisamente muchos profesores ven como un peligro contra la ortografía se me antoja un poco contraproducente y sobre todo me parece que la RAE tiene últimamente un empeño por sumarse a las nuevas tecnologías que contrasta con su tradicional lentitud en reflejar otras evoluciones de la lengua, empeño aquel con el que quizá quiere subsanar esta. Pero bueno, como digo, no hace daño a nadie. Al fin y al cabo los que escriben SMS no van a consultar probablemente nunca su diccionario (algunos me temo que no consultan ningún diccionario) y los que queramos interpretar las abreviaturas de los SMS probablemente recurramos a otros repositorios distintos a los académicos, porque serán más actuales y dinámicos, por la rápida evolución de estos lenguajes.

Pero el caso es que a raíz de esta noticia me acordaba del eterno problema de la ortografía, pues como decía, son muchos los que han lanzado la voz de alarma del riesgo que los SMS tienen para la el uso correcto de la ortografía entre los jóvenes, y precisamente lo que me resulta curioso es, al margen de la influencia nociva o no del lenguaje SMS, que algunas normas de las fijadas por la Academia no se cumplen, desoyéndola descaradamente o, mejor dicho, como me temo, porque ni siquiera se la ha oído.

La última ortografía publicada por la RAE en 1999 incluía algunas novedades, pocas, y repetía otras reglas, que sin ser nuevas lo parecen, sobre todo porque unas y otras siguen sin tener reflejo en el mundo real que es el del papel impreso o el de la tinta digital de las pantallas que hoy día tiene más o menos la misma validez. Lo cual viene a demostrar que la RAE como institución no cumple un objetivo fundamental que es el de difundir la norma. Si a los que estudiamos en los años 80 en la escuela nos seguían enseñando normas ortográficas ya desusadas por las Nuevas Normas de la Academia de nada menos que de 1959, es que algo está fallando; pero lo más grave es que a día de hoy, medio siglo después, aún se sigue sin respaldar el cambio de determinadas normas ortográficas. Es cierto que ya es raro encontrar “fué” o “´fé” que eran normales –por habituales y porque obedecían a la norma de entonces- en libros de la primera mitad del pasado siglo, aunque en ediciones de hoy todavía se cuela alguno; pero en el caso de norma sobre la tilde diacrítica en pronombres demostrativos y en el adverbio sólo (perdón: solo) que las Nuevas Normas de 1959 ya nos indicaba que no era necesario salvo caso de anfibología, parece que muy pocos le han hecho caso a la Academia.

Es cierto que al menos en la edición de 1999 la RAE se cura en salud e indica que en estos casos “pueden” llevar tilde, es decir,que no la elimina completamente –aunque en el fondo esa es la intención- , pues da la potestad al escritor de escribirla o no, aunque solo es obligatoria la tilde en caso de ambigüedad. La costumbre puede mucho en ortografía y nos cuesta eliminar tildes que nos han inculcado desde pequeños incluso cuando ya no eran normativas. Igualmente palabras como “guión” pierden su acento gráfico por ser monosílabas, y sin embargo raro será encontrarla sin tilde, porque la mayoría estamos acostumbrados a verla y escribirla así. Por eso, la Academia matiza que “en este caso es admisible el acento gráfico, impuesto por las reglas de ortografía anteriores a estas, si quien escribe percibe nítidamente el hiato y, en consecuencia, considera bisílabas palabras como las mencionadas: fié, huí, riáis, guión, Sión, etc.”, es decir, que la Academia se ve obligada a justificar estas tildes, porque la norma anterior las prescribías pero apelando ahora a una supuesta conciencia de quien escribe de sentir esas palabras como bisílabas, cuando en general lo normal es que el hablante tienda a reducir sílabas al hablar y no a aumentarlas, y precisamente las Nuevas Normas de 1952 insistían en que estas palabras eran bisílabas “en buena pronunciación castellana”. Se da pues la paradoja de que mientras el hablante hoy tiende a pronunciar estas palabras como monosílabas, sin embargo las acentúa como si las sintiera como bisílabas.

Pero claro, apelar a los “sentimientos” del hablante a la hora de acentuar las palabras no está exento de riesgo, pues ya me imagino al alumno cuando el profesor le riña (porque suspenderle me temo que no va a poder ser) por haber acentuado una palabra llana acabada en vocal como por ejemplo “váina” contestándole “disculpe, profesor, pero es que yo esa palabra la siento como esdrújula”. Y vete tú a contradecirle sus sentimientos de hablante.

Y en parte, la potestad de acentuar o no los pronombres demostrativos y el adverbio solo, rompe la coherencia del sistema. Porque si bien es verdad que dichos acentos rara vez son necesarios para evitar ambigüedades, lo mismo podría decirse de muchos otros diacríticos que sin embargo no se han eliminado. Como decía Ángel Rosenblat en 1959: “Así, convierte en potestativa la acentuación de esos pronombres (pronombres sustantivos), lo cual conspira contra la fijeza de las reglas de acentuación, que hasta ahora era absoluta”, igual que indica que “en realidad no hay por qué distinguir con la ortografía lo que no se distingue con la pronunciación.”, que en el fondo es el espíritu que movía aquella reforma del 59 y que se mantiene en vigor. Pero lo cierto es que la eliminación de la tilde en el adverbio solo y en los pronombres demostrativos se debe en gran parte a que hay a veces dificultades para distinguir (y no hablo del hablante normal, sino de los propios lingüistas) la función del demostrativo en muchas frases, o el valor adverbial del solo frente al de adjetivo, y por tanto resulta peligros basar la acentuación en la función. Ante la duda, mejor quitar la tilde siempre y solo cuando esté claro que puede haber ambigüedad (y no se quiera eliminar la misma de otra forma, pues es legítimo el no hacerlo), marcarlo, aunque como añade Rosemblat, “la verdad es que uno nunca ve anfibología en lo propio y sí en lo que escriben los demás.”.

Curiosamente en las Nuevas Normas de 1952 la Academia había impuesto como normal la tilde en “solo” adverbio, que antes solo era costumbre y también “el acento de los pronombres sustantivos éste, ése, aquél, lo extiende, con carácter optativo, a demostrativos como otro, algunos, pocos, muchos, etc., cuando haya que evitar ambigüedad”, cosa que yo no he visto nunca en un texto moderno. Curiosamente aquel cambio de 1952 es precisamente el que más perdura aún hoy, porque más de 50 años después, la norma establecida en 1959 tiene escasa repercusión, por culpa, a mi entender, de la propia Academia, pero también de los profesores que han insistido en la antigua norma y también de quienes nos dedicamos de una forma u otra a la letra impresa (o electrónica) que nos movemos a menudo con absoluta impunidad por la ortografía, como si no fuera cosa nuestra o mejor dicho, como si lo fuera demasiado.

Porque algo debe estar fallando cuando medio siglo después basta abrir un periódico para encontrar tildes a mansalva en solos y pronombres demostrativos.

Hagamos la prueba en algo tan actual como un periódico de hoy 16 de Febrero de 2008. Yo hago la prueba únicamente con la portada de EL MUNDO, porque está en PDF y me permite buscar automáticamente y encuentro dos casos en la misma noticia destacada de la portada:

…el estrecho margen que separa al PSOE y al PP cuando tan sólo faltan 22 días para que se celebren las elecciones generales…

La brecha que separa a las dos fuerzas políticas es de sólo 1,5 puntos, un dato muy inferior a los cinco que hubo de diferencia en los comicios de 2004…

En el Diario Público, que sí permite buscar en las 64 páginas del periódico de hoy –lo cual, por cierto, me parece excelente- encuentro solo 60 casos de «sólo». 60 casos de «solo» con posible anfibología en 64 páginas parecen excesivas, pero podría ser… El problema es que sólo (perdón de nuevo: solo) he encontrado cuatro solitarios casos de «solo» sin tilde, lo cual ya parece sospecho, porque la anfibología suele ser la excepción y no la regla, y además en el caso de los solos sin acento que he encontrado, encima uno cumplía función adverbial, con lo cual parece que tampoco hay plena coherencia en la aplicación de la norma, pues ni aplican la nueva plenamente ni tampoco la antigua.

Conclusión, o nadie se ha enterado de que ya no es necesario poner tilde en el adverbio sólo (perdón solo) o la norma nos resbala. O una tercera posibilidad: nos gusta tanto llevar la contraria a las normativas que ahora que nos dejan por fin saltarnos una regla es cuando más la cumplimos. Tomen nota señores de la DGT para aprender a convencer a la gente de que cumpla una norma: permítanles saltársela.

El problema principal desde mi punto de vista es que la Academia no ha sabido o querido llegar al hablante. Puede parecer una tontería, pero si la lengua es un instrumento común de todos los hablantes, deberían comunicar fehaciente y adecuadamente las normativas y especialmente en el ámbito educativo, pues no es de recibo que generaciones que no habían nacido cuando la norma era otra, sigan aplicando aquella norma y no la nueva. Si cuando cambiaron algunas normas de circulación -ya que antes hablábamos de la DGT- todo español, incluso sin ser conductor, recibió en su domicilio una notificación con las nuevas normas, quizá debiera hacer lo mismo la RAE. O quizá simplemente hacer más hincapié en la educación, concentrar más sus esfuerzos en la enseñanza de la lengua en escuelas e institutos; establecer vínculos de cooperación con las instituciones educativas, porque no tiene sentido que algunos profesores sigan enseñando o haciendo hincapié en normas ortográficas pretéritas. Al margen de que se esté de acuerdo con ellas o no- yo sigo pensando que si hay riesgo de anfibología mejor distinguirlo siempre que andar pensando cuándo puede haber riesgo o cuando no, porque por esa misma regla no deberíamos poner tilde en el pronombre posesivo tú, sino sólo hacerlo cuando hay riesgo de anfibología-, lo lógico es conocer la norma y aplicarla allí donde es debido. Creo que las normas de acentuación española no son especialmente complejas por lo que quizá no es necesario reducir mucho más las palabras que deben llevar tilde, porque además si el resultado es que 50 años después aún seguimos viendo algún despistado “fué” y muchos sólos y éstos, lo cierto es que el joven que lee no acabará de tener clara la norma y al final el resultado será que hipercorregiremos y le pondremos la tilde a toda palabra viviente.

No digo yo que la RAE deba rectificar ciertas normas, como he leído en algún sitio, pero sí desde luego debe comunicarlas mejor, debe establecer un vínculo fuerte y estable con el sistema educativo, y mantener al profesorado (y no sólo al de lengua, que es otro error habitual) al día para permitir que la enseñanza de la lengua en los colegios e institutos sea lo más acorde con la realidad de la norma actual, porque si no vamos aviados.

La ortografía es algo que entra sobre todo por la vista. Las reglas son muy útiles ante las dudas, pero al final las grafías se fijan en la mente cuando entran por los ojos, de ahí que quienes más leen sean quienes menos faltas de ortografía cometen. Por esa misma razón somos claramente fetichistas y nos cuesta escribir una palabra de forma distinta a como la tenemos metida en la cabeza, de ahí que guión nos cueste escribirlo guion (que por cierto, ahora mismo el propio corrector de word me lo marca como incorrecto, y esta versión es del 2002 y se supone además que la RAE ha participado de alguna forma en el desarrollo de este corrector) y por esa razón la Academia tiene que inventarse excusas para justificar que se pueda escribir con tilde, cuando la realidad es que solo se escribe con tilde, pues hasta ahora yo no la he encontrado sin tilde.

Y no hemos hablado de los verbos con pronombre enclítico, que si ofrecen una novedad en la Ortografía de 1999, ya que antes si el verbo llevaba acento gráfico lo conservaba al unirse a un pronombre, cosa que ahora sólo sucederá si la nueva palabra cumple para ello las normas de acentuación. Claro que como estas construcciones son más raras, tampoco hay demasiado de lo que preocuparse.

Finalizo suscribiendo las palabras de Rosenblat “nos parece útil atenernos a sus normas ortográficas [las de la RAE], aun las de acentuación, por razones prácticas de uniformidad. Toda ortografía es una convención, y parece ventajoso que esa convención tenga validez absoluta en los veinte países de habla española. Acatar la norma —era el consejo de Unamuno— es el primer paso para una nueva reforma.” Pero para eso la RAE debería dejarse de SMS y poner más hincapié en que las normas llegaran a las escuelas, porque un retraso de 49 años quizá, se mire como se mire, es excesivo. O quizá, para no renunciar a ese legítimo afán tecnológico que a todos nos invade, lo que debiera hacer es mandar un SMS a todos los hispanohablantes para recordarles las normas ortográficas.

Vale

2 comentarios en “Ortografía

  1. Muy buen artículo.Unas cuantas precisiones:En España, hay ya varios libros de estilo editoriales que obligan a los autores, traductores, redactores y correctores de la casa a no tildar nunca los «solo» ni los pronombres demostrativos. Un ejemplo: Random House Mondadori. Pero no porque sigan a la RAE, sino porque siguen a Martínez de Sousa, que a efectos ortográficos es la norma de referencia en el mundo de la edición desde hace décadas.Por cierto, que quien trabaja con textos constantemente habrá podido comprobar lo muy desambiguadora que es la tilde para los «solo» y lo poco desambiguadora (y fuente de ultracorrecciones, ergo, nuevos errores) que lo es para los demostrativos.En otro orden de cosas: la Ortografía académica se está revisando de nuevo, con intención de suprimir como criterio de tildación «el sentimiento prosódico» de los hablantes.

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  2. Pues fijaros que amí, el uso de la tilde es algo que no dejaría de realizar y por supuesto sólo (ya sabemos que es cuando es adverbio), yo lo acentúo siempre. Pasa con el asímismo (junto o separado). Las tildes son, sin duda, elementos caracteríticos de nuestra escritura, que refleja la del idioma español -no imagino esto en francés olalá-.Por tanto, si usamos las normas de la REA o la de estuilos más usado, caemos en la contradicción de no saber usar las comillas latinas con las inglesas, o meter bastardillas con comillas… y así sucesivamente.Ya digo, que al margen de la adaptación a los tiempos -tipo S.M.S.- las tildes, deben ser como las mayúsuculas, respetadas en todo caso y no relajar la norma porque al final suene lo mismo que lo hablado. Siempre se ha distinguido este aspecto. Pero aquí vamos al revés del Mundo.Saludos

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